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domingo, 13 de diciembre de 2020

La lupa sobre los detectives Artículo de prensa

 

La lupa sobre los detectives

Maria Antonia Giraldo Rojas

Publicado en Revista GENERACION del periódico EL COLOMBIANO  de Medellín, 13/12/2020, pags 4-5

El género negro es de los más exitosos de la literatura actual, pero tiene algunas deudas.

 









Primero había un crimen, que un detective resolvía utilizando su capacidad de observación y lógica extraordinaria para llevar al culpable ante la ley, que lo castigaba ejemplarmente. Luego vino el bajo mundo, policías y criminales se encontraban en bares y callejones oscuros convirtiéndose en aliados o enemigos, según conviniera, eso sí, enfrentándose con extrema violencia cuando correspondía. Ahí ya eran más humanos, cargando con los traumas y desengaños que dejan años de rodar por el mundo. Después llegaron la tecnología, las agencias de inteligencia y los espías, y si la cosa se tornaba demasiado agobiante, se le agregaba un poco de teoría conspirativa, para restarle realidad.

 

Son fórmulas reduccionistas, pero ahí están las novelas clásicas de detectives que iniciaron el siglo XX, luego el Hardboiled norteamericano que le agregó color al mundo criminal, los espías que aparecieron con la Guerra Fría y la mística histórica que produjo best sellers como El código Da Vinci de Dan Brown o Los ríos de color púrpura de Jean-Christophe Grangé, ambas adaptadas al cine con éxito, algo común para esta literatura. Lo cierto es, según explica el académico Esteban Arango, que la novela policiaca se convirtió con el tiempo y la popularidad en novela negra, un universo de subgéneros que llenan a los escritores con el reto de pegar lectores al sofá y a las editoriales con muchas ganas de publicar la siguiente gran saga.

 

El hecho de que respondan tan claramente a fórmulas y que sea un género tan enganchador ha hecho que la crítica cuestione su calidad. Según Andrés Delgado en su artículo “Cuentos bizantinos de corte operístico”, publicado en el portal Fronterad, la novela negra haría parte de la literatura del entretenimiento y escritores como Fernando Pessoa no la consideraban de buena manera, pues “las novelas policiales podrían ser ‘insinceras’ porque están hechas para sorprender porque carecen de ‘una noción de gravedad’”. Sin embargo, hay numerosos escritores reconocidos por su calidad que exploraron el género como Jorge Luis Borges, el premio Nobel Patrick Modiano y el padre de todos, Edgar Allan Poe, un esteta.

 

Que las novelas respondan claramente a fórmulas es una de las críticas que se les hacen, “pero toda la literatura responde a fórmulas”, explica Delgado, el problema viene cuando “el valor literario se le da solamente a la historia y no a la forma en que se cuenta. La literatura está hecha de fondo y forma, es decir, que el fondo es una trama y la forma, las palabras que utilizas para contar la historia. [...] El pecado de la novela policíaca es que la gente cree que el valor literario está en la trama y no en la forma”. Mientras el lector se sienta atrapado en medio del misterio, el suspenso o la intriga, está satisfecho, así algunos autores tienten los límites de la verosimilitud.

 

 

EL VALOR DE CADA LIBRO

 

Esteban Arango, académico dedicado a la investigación sobre el género y parte del comité organizador del congreso Medellín Negro, que se hace cada año durante la Fiesta del Libro y la Cultura, afirma que aunque existe la crítica literaria y es válida para juzgar la calidad de los textos, lo que le resulta interesante de la novela negra es todo lo que dice del contexto en el que fue producida. Por ejemplo, las más clásicas europeas y norteamericanas se desarrollan en sociedades respetuosas de la ley y que confían en sus instituciones, mientras que las latinoamericanas cambian la estructura tradicional: “La novela negra de esta parte del mundo responde al funcionamiento de las instituciones de estos países. Colombia, por ejemplo, tiene una de las tasas más altas de impunidad en el subcontinente. En la novela negra local no hay una sanción en la trama, lo que se puede ver claramente en textos como La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo”.

 

Entonces, ¿Fernando Vallejo es autor de novela negra? Así lo considera Arango y su maestro en el tema Gustavo Forero, quien afirma que toda novela colombiana que beba de la realidad tiene algo de negra y los autores más reconocidos del panorama actual tienen algo del género: Perder es cuestión de método de Santiago Gamboa, Satanás de Mario Mendoza, Angosta de Héctor Abad Faciolince, Los divinos de Laura Restrepo, La forma de las ruinas de Juan Gabriel Vásquez y Rosario Tijeras de Jorge Franco son algunos ejemplos. “Hasta Cien años de soledad tiene algo del género, con sus referencias a las masacre de las bananeras o la guerra bipartidista. [...] La justicia no funciona, no hay una sanción al final y la resolución de las historias es muy pesimista respecto al funcionamiento de las instituciones”, afirma Arango. Tal vez por eso los lectores prefieren las historias extranjeras, pues estos fallos son problema de otros.

 

Un ejemplo más concreto del género en el país es la colección Policías y Bandidos de la editorial UPB que quiere retomar las formas más clásicas con la intención de devolverlo a la cotidianidad y presentar personajes más cercanos. Memo Ánjel, Emilio Restrepo, John Saldarriaga y Verónica Villa tienen sagas en esta colección que se alejan de los crímenes históricos o relacionados con el narcotráfico, para abordar la delincuencia común y centrarse en otro protagonista infaltable de estas novelas: la ciudad. “Aquí el detective camina las calles, habla con la gente en sus mismos términos y la comida se vuelve un detalle importante. El lector se puede identificar, pero también un extranjero conocer Medellín. Ese es uno de los intereses que tenía al escribir mis novelas, mostrar la Medellín más real que tiene varias capas. Hay mucha variedad para todo tipo de lectores, cualquiera puede llegar a encarretarse con el estilo que más le favorezca o le guste”, cuenta Villa, quien para la colección escribe los casos de Marina Grisales, una guarda de seguridad que termina usando su instinto para resolver crímenes y capturar a sus autores.

 

Para Delgado esa es una ventaja del género negro, hay mucho por escoger y no hace falta avergonzarse por disfrutar de un autor en particular, así no sea considerado la estrella más brillante del firmamento por la crítica especializada. “Recomiendo no dejarse llevar por los comentarios de otros y tomar las propias decisiones con respecto al libro que se va a leer, con solo la primera página ya sabe si lo atrapó o no, por eso me gusta acudir a las bibliotecas, para explorar diferentes títulos y luego comprar el que me interese”, explica. Este ejercicio también lo hace con quienes participan en sus clubes y talleres de lectura en la Biblioteca La Floresta.

 

 

LAS DEUDAS

 

La cuestión de la calidad pasa entonces a ser de gusto, pues dentro del género se puede encontrar todo un abanico de formas, escenarios, relatos y personajes que pueden hacer una rica selección. Delgado y Villa coinciden en afirmar que son textos muy atractivos para los más jóvenes: tiene esa capacidad de enganchar y, por lo tanto, enamorar del ejercicio mismo de la lectura, algo que no es menospreciable. “Cuando adolescente era lectora de Agatha Christie, pero me daba pena decirlo porque muchos la consideraban una literatura menor, sin embargo, a mí Agatha Christie me llevó a ser lectora y a que me gustaran otro tipo de libros. [...] Las novelas pueden tener crimen, intriga, acción y una prosa magistral, una cosa no compite con la otra, más depende la pericia y el talento del autor”, comenta Villa.

 

Lo que sí es una falencia, apenas solventándose en la actualidad, es el papel de las mujeres como personajes y escritoras. En la literatura más tradicional estaban encasilladas en papeles de femme fatale o víctima, pero ahora están reclamando su espacio, basta mirar personajes como Enola Holmes o escritoras como Rosa Montero o Fred Vargas. Según Villa, hay toda una generación de autoras argentinas, francesas, españolas y nórdicas que han desarrollado protagonistas femeninas e incluso han explorado el espinoso tema del feminicidio, pero en Colombia está todo por hacer. “Antes me daba miedo decirlo, pero luego de investigarlo encontré que soy la única escritora colombiana de novela policíaca con detective mujer y en serie. Cuando empecé a escribir, en 2015, lo hice como lo más natural del mundo, pero me di cuenta de que todos mis compañeros eran hombres”, cuenta Villa, quien resalta La mujer que sabía demasiado de la escritora bumanguesa Silvia Galvis (1945-2009) como la única muestra del subgénero más tradicional en Colombia. Como lo señalaba Arango, la riqueza de la novela negra está en ver cómo cambia sus temas, personajes y escenarios de acuerdo al contexto, y cada vez hay más opciones, desde la resolución de crímenes digitales hasta las astucias de espías internacionales pasando por las reflexiones melancólicas de policías desencantados. Está todo por leer.






 

miércoles, 6 de mayo de 2020

La colección POLICÍAS Y BANDIDOS en catalogo Editorial UPB 2020



La Editorial UPB lanzó su catálogo de producción literaria para el 2020 con una variedad de libros, temas y autores, casi todos locales, que le apuestan a apoyar el talento artístico y literario de escritores colombianos con proyección nacional e internacional. Dentro de sus colecciones se destacan la saga POLICÍAS Y BANDIDOS, que reúne novelas de personaje en el género negro, en donde se destacan Memo Angel, Verónica Villa, Luis Fernando Macías, John Saldarriaga y Emilio Alberto Restrepo, bajo la dirección de Juan Carlos Rodas Montoya. 
Muy importante haber logrado la simpatía de los lectores, lo que Se refleja en varias y sucesivas re-ediciones de todos los títulos. 
Como reza el eslogan: "NOVELA NEGRA DE CALIDAD, DE MEDELLÍN PARA EL MUNDO"

En este link, pueden ver el catálogo completo: 

https://issuu.com/editorial-upb/docs/catalogo_editorial_upb_2020_5_?fbclid=IwAR3UrWa-9OAD1zLKPhqReh_Dpv8W4JB1zhsl9_nfsqVjsUGmUFHa-O2HxLY





jueves, 16 de enero de 2020

Reseña de EL ABRAZO DE LA VIUDA NEGRA (Un caso de JOAQUÍN TORNADO)





Literatura

El abrazo de la viuda negra: una grata revelación de fútbol, género negro y literatura

Por: 
15 / 01 / 2020
El abrazo de la viuda negra, la nueva novela de Emilio Alberto Restrepo no sólo explora las posibilidades del género policíaco, sino también la relación fútbol y literatura. Una novela que se sale de todo convencionalismo en nuestra literatura local.
La relación entre el fútbol y la literatura en América Latina ha sido fuerte y productiva desde la primera mitad del siglo XX. Sería trillado, entonces, citar tanto a los autores que desprecian dicho deporte como a los que lo veneran (baste citar a Borges, entre los primeros, y a Galeano, Villoro y Fontanarrosa, entre los segundos).
En la literatura colombiana la producción, aunque no es muy abundante, tiene dignos representantes como Juan Estaban Constain y su obra Calcio; Ricardo Silva Romero y su novela AutogolJairo Aníbal Niño con su libro infantil Fútbol, goles y girasoles y la columna del profesor de la UPB Juan Carlos Rodas en el periódico El Espectador, que es constante en estos temas. A propósito, el mismo Rodas tiene publicados varios libros al respecto en la editorial de la UPB, en donde hay una colección (Fútbol y Letras) que recoge los ganadores de un concurso temático llamado ¿Cuál es tu cuento con el fútbol?; en dicha colección también hay libros de Reinaldo Spitaletta, David Corrales y otros autores.
De la misma editorial hay otro conjunto de libros policiacos que también llaman la atención. Con el nombre de Policías y Bandidos, esta colección recoge las aventuras de varios detectives locales. La serie es muy bella y muy bien editada, va por su número 12, y entre sus autores hay historiadores como Memo Anjel, guionistas como Verónica Villa, periodistas como John Saldarriaga y médicos-escritores como Emilio Alberto Restrepo.
Este último tiene un personaje muy entretenido y rico en matices y aventuras, Joaquín Tornado, un pajarraco que husmea  y escarba en las alcantarillas  y cloacas del bajo mundo de Medellín. Precisamente en una de sus historias, El abrazo de la viuda negra, se encuentra una nueva referencia de la relación fútbol y literatura. La narración transcurre mientras el sabueso investiga la muerte de un futbolista de élite –“el Santi Tarragona”, una especie de Falcao o de James Rodríguez- que, por supuesto, está casado con una modelo, y que al regresar a Medellín de vacaciones es emboscado y sufre un atentado que destruye de manera definitiva su rodilla y, con ella, su prometedora carrera deportiva.
Esta, en apariencia, es la excusa para contar una historia policíaca convencional pero ingeniosa, en la cual un detective privado, criollo y tercermundista, investiga un crimen que la policía no logra resolver y el que desde el principio intuimos que va mucho más allá de lo aparente, como debe ocurrir en toda buena novela negra.
Lo interesante es que la historia se sale del molde. Respetando los códigos y normas del género, está contada con un particular sentido del humor. La acción está dosificada; cada vuelta de página es una nueva sorpresa con giro de tuerca y los personajes están muy bien caracterizados. El detective es toda una figura y ni qué decir de su grupo de ayudantes.
Lo que aquí nos ocupa es que, además de ser una buena novela policíaca, toca el tema del fútbol. Fútbol y literatura. Una aproximación a una de las tantas zonas oscuras del deporte: la relación de los equipos con sus jugadores, las contradicciones entre ganadores y perdedores, las maquinaciones, conspiraciones y triquiñuelas…en fin, de la condición humana, ni más ni menos.
Muy recomendada esta novela corta del autor antioqueño Emilio Alberto Restrepo. Muy afortunada la veta que encontró en su detective Tornado, protagonista hasta ahora de cinco libros, algo inaudito en el mundo editorial colombiano. Muy loable el acompañamiento de la editorial de la UPB, que le ha apostado a una colección llamativa de novela negra, digna de ser presentada en cualquier escenario.
En resumen, El abrazo de la viuda negra, es una novela que merece su posición, tanto en la colección de literatura policíaca como en la selección de fútbol y literatura. Merece ser leída y difundida. Pinta muy bien la ciudad con sus pecados y nos habla del carácter humano, algo que el autor en su calidad de médico cirujano parece conocer muy bien.
Anótense el tanto, autor, personaje y editorial. Es un gol literario de antología.