En este texto se recopilan los siguientes relatos:
Un asunto miccional
Un encuentro
Tornado y los donceles
Una cierta clase de amor
Aparición
Y la primera Novela Corta:
Tornado y el Obregón
En la contra-carátula, Luis Fernando Macías, escritor y editor colombiano, hace la siguiente anotación:
"La novela negra es esencialmente un ejercicio intelectual; un juego entre dos contendores que se desconocen entre sí: el autor y el lector. El verdadero protagonista es el lector; su goce consiste en vencer la astucia del autor o en ser vencido por este, y es mayor, en la medida en que la trama se le dificulte. Si es vencido, el lector goza más y busca más. El verdadero jugador es el que disfruta de la derrota, pues en tanto sea derrotado tendrá una causa para luchar, un obstáculo qué vencer. En esta contienda el autor se sirve de un instrumento: el investigador. La máquina ya está definida: se presenta un crimen que debe ser resuelto. El autor define las circunstancias del crimen y a partir de allí, tanto el lector como el investigador se lanzan en la búsqueda de los mecanismos que se utilizaron para perpetrarlo. Resolver el enigma, esa es la máquina de la novela negra. No es inocente, es un símbolo poderoso: la vida es el gran enigma, su resolución es nuestra existencia. De ahí la belleza de un mecanismo que se repite libro a libro, cuento a cuento. Emilio Alberto Restrepo nos presenta a Joaquín Tornado, un aficionado al bajo mundo: la trata de blancas, las grandes estafas, el cine porno…, es decir, los callejones de la miseria. Joaquín Tornado es un muchacho de esos que nacieron y crecieron en un barrio popular de Medellín, en medio de los maleantes y de la aguda astucia de las malas artes; un muchacho de esos que vive y sufre, pero que, gracias a sus contactos en las cloacas, a su olfato criminal y al grupo pintoresco de investigadores que lo acompaña, sale adelante en la resolución de sus casos, dejándonos de paso una saga de motivos: la venganza, la prostitución, las mafias, la estafa…, que se constituyen en crítica y revelación de la condición humana. Esperamos que ambos, autor y personaje, hayan llegado para quedarse. Todo en este libro parece indicarlo."
Luis Fernando Macías
Ficha técnica
- Autor: Emilio Alberto Restrepo
- Género: Literatura y Novela
- ISBN: 9789588743332
- Nº Páginas: 106
- Encuadernación: Tapa blanda
- Año: 2013
En
la Fiesta del Libro de Medellín en 2013, durante el lanzamiento, la periodista
Natalia Vélez entrevista al escritor Emilio Alberto Restrepo. Hablan sobre su personaje JOAQUIN
TORNADO.(Para escuchar, pulsar play)
http://www.ivoox.com/novela-negra-colombia-emilio-alberto-restrepo-habla-audios-mp3_rf_2563652_1.html
EN EL CONGRESO INTERNACIONAL DE LITERATURA
"MEDELLIN NEGRO", 2013
NOTAS DE PRENSA Y RESEÑAS
Domingo, 22 de Septiembre 2013
Informe
sobre el lanzamiento de UN ASUNTO MICIONAL Y OTROS CASOS DE JOAQUÍN TORNADO,
DETECTIVE en suplemento GENERACION, del periódico EL COLOMBIANO
Un detalle de la referencia:
Transcripción:
Domingo, 22 de
septiembre de 2013
Literatura
Narradores de lo perverso
La
literatura negra o policial es un
género
que cada día tiene más creadores
y
seguidores. El autor de este texto habló
sobre
el tema en la Fiesta del Libro.
JOHN
SALDARRIAGA
Como
si hubiera algo anómalo en el espíritu
humano, la maldad ha habitado a
hombres y mujeres desde que
los primeros de ellos hollaron con sus
pies la Tierra. Homicidios,
traiciones, robos, intrigas, confabulaciones,
trampas... son las expresiones de la
maldad de quienes son lobos de los
mismos hombres. El arte y, en
este caso, la literatura, ha encontrado su
fuente principal en la conducta y los
hechos humanos. En los actos malvados,
por supuesto, también. La que se ocupa
de tales hechos es la novela
negra o literatura de suspenso o literatura de
misterio. Dentro de ella está el subgénero
de los detectives.
Investigadores
literarios coinciden en afirmar que hay
antecedentes del género en La Biblia, Las
mil y una noches, los tradicionales
cuentos chinos y hasta en pasajes de las
tragedias griegas.
En el capítulo 13 de Daniel, el profeta que recibió visiones apocalípticas que anunciaban, por medio de símbolos y claves numéricas, la instauración del Reino de Dios en la Tierra, se cuenta que en aquel tiempo —entre los siglos VII y VI, antes de nuestra era—había una mujer llamada Susana, casada con Joaquín, hombre rico, dueño de una casa grande, con jardines, a la que acudían los ancianos o guías del pueblo.
Dos
de estos desearon carnalmente a la esposa de
Joaquín. Tras su negativa,inventaron que
era infiel a su esposo y convencieron al
pueblo de condenarla a muerte por
adulterio. «Susana gritó
fuertemente: “Oh Dios eterno, que
conoces los secretos, que todo lo conoces
antes de que suceda, tú sabes que estos
han levantado contra mí falso
testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber
hecho nada de lo que su maldad ha
tramado contra mí.”
»El
Señor escuchó su voz y, cuando era llevada a la
muerte, suscitó el santo espíritu de un
jovencito llamado Daniel, que se
puso a gritar: “¡Yo estoy limpio de la
sangre de esta mujer!”.»Todo el pueblo
se volvió hacia él y dijo: “¿Qué
significa eso que has dicho?”.
ȃl,
de pie en medio de ellos, respondió:“¿Tan necios
sois, hijos de Israel, para condenar sin
investigación y sin evidencia a una hija de
Israel? ¡Volved al tribunal, porque es falso
el testimonio que estos
han levantado contra ella!”». El hombre de Dios
interrogó separadamente a los
sospechosos. Una pregunta bastó para
resolver el caso: «¿Bajo qué árbol
los viste juntos?». Uno de ellos
respondió: «Bajo una acacia». Y el otro:
«Bajo una encina». La gente entendió
que todo no era más que una trampa y
absolvieron a Susana.
En el libro del Medio Oriente hay un cuento titulado “Historia de la joven despedazada, de las tres manzanas y del negro Rihan”. El califa Harún Al- Rashid quiso darse cuenta por sí mismo cómo andaban las cosas en la ciudad y acabar con los gobernadores de los cuales hubiera quejas. Salió a andar por Bagdad acompañado de un colaborador. Encontró a un pescador que se lamentaba con cantos por su mala suerte. El sultán le propuso que volviera a lanzar la red al Tigris en su nombre y a cambio de lo que sacara le pagaría 100 dinares. El anciano así lo hizo. Al cabo de unos momentos, sacó una carga pesada conformada por un cajón cerrado, que entregó a su benefactora cambio del dinero. En el palacio,tras destapar el artefacto, se sorprendieron de hallar en él un cuerpo de mujer despedazado.
«¡Es
necesario encontrar y castigar al asesino! —dijo el
sultán—. En cuanto a ti, ¡oh Giafar!,
juro por la verdad de mis mayores los
califas Beni-Abbas, que si no traes a
mi presencia al asesino de esta muchacha,
a la que he de vengar, haré que
te crucifiquen ante la puerta de mi
palacio en compañía de
tus
primos, los cuarenta barmacidas».«Dame un plazo de
tres días», pidió el otro y aquel
se lo concedió.
Sin
embargo, el caso excedió al investigador. Se venció el
tiempo previsto y los habitantes de
Bagdad salieron de sus casas a
presenciar la crucifixión de Giafar. De
pronto, un “joven ricamente ataviado”, salió
de la muchedumbre y confesó ser el
autor del crimen. Luego, un jeque también
alegó que él era el asesino.
El sultán decidió crucificarlos a ambos. La
historia continúa, pero lo demás no viene al
caso.
Los
investigadores literarios llegan a incluir, en los
antecedentes, el episodio de Edipo Rey, de
Sófocles, en el que el personaje
descubre sus orígenes al interrogar a varios
testigos, quienes descubren la verdad con
métodos mágicos.
LOS
NARRADORES
Daniel se
hizo investigador por designio divino; Giafar,
por designio de un sultán. Aquel usó
un método de interrogatorios separados, con
los cuales consiguió que los
sospechosos se contradijeran; el hombre de
Bagdad logró esclarecer el
caso, no por su habilidad ni con un método,
sino por confesión de los culpables, lo
cual atribuyó a “la voluntad del
altísimo”.
Estas no
son características del género. Sin embargo, no
olvidemos que se trata de
sus antecedentes remotos,no de novelas ni
cuentos del género.La literatura
negra se desarrolló en la modernidad.
Por eso, los detectives o investigadores de
ficción aparecen en el siglo XIX y usan
métodos racionalistas.
El
racionalismo, como es sabido, es un movimiento
filosófico surgido entre los siglos XVII y
XVIII, a partir de René Descartes e
Immanuel Kant y sostiene que es la razón
la que permite acceder al
conocimiento.
En
las novelas y relatos, el delito, cualquiera que sea, es la
materia prima fundamental. Una vez el
ilícito sale a la luz, alguien debe
investigarlo. Lo hace un investigador
profesional o aficionado, quien debe
encontrar al culpable entre un círculo de
sospechosos. Uno de los
primeros creadores de detectives de
ficción literaria es el escritor inglés
William Evans Burton. Su detective era
un policía londinense, que se valía de
su amplio conocimiento del hampa, la
eficacia de la vigilancia discreta de los
sospechosos, la búsqueda sistemática de
indicios olvidados por el
delincuente en la escena del crimen. La célula
secreta es una de sus novelas más
celebradas. Este escritor también era
editor. Estableció la revista Burton’s
Gentleman’s, en Filadelfia, Estados Unidos,
de la que hizo parte Edgar Allan
Poe.
¿Mencionamos
a Poe? Precisamente él es otro de los
fundadores del género. Su personaje C.
Auguste Dupin, un francés de
intelecto superior, detective aficionado, usaba
la observación y la deducción para
“ver” lo que nadie más veía.
Apareció en Los crímenes de la calle Morgue,
“La carta robada” y “El misterio de
Marie Roget”. Se “metía” en la
mente de los asesinos para entender
móviles y métodos del crimen,
desde las posibilidades y recursos de los
sospechosos. Sherlock Holmes,
el detective creado por
sir Arthur Conan Doyle, resolvía crímenes que no
podía esclarecer la policía de
Londres. Su método de observación y
deducción también se basaba en el
histrionismo, el cual practicaba con máscaras y
disfraces.
Otro
que “se metía” en la mente de los asesinos fue
el Padre Brown, el detective creado
por Gilbert Keith
Chesterton,
tan admirado por Borges. Verá usted —le
dijo una vez al criminal reformado
Flambeau, su ayudante—, yo los he
asesinado a todos ellos por mí mismo
(...). He planeado cada uno de esos
crímenes muy cuidadosamente, he pensado
exactamente cómo pudo ser hecho
algo así y con qué disposición de
ánimo o estado mental pudo un hombre hacerlo
realmente. Cinco volúmenes
de cuentos reúnen las historias del
Padre Brown, con su método
inductivo.
Miss
Marple y Hércules Poirot son dos detectives de
Agatha Christie, también británica. Miss
Marple era una mujer entrada en
años, conocedora de la naturaleza
humana; él, de estatura baja, un soberbio
belga.
No
podemos dejar de mencionar a Philip Marlowe,
un investigador creado por Raymond
Chandler, aparecido por primera vez
en El confidente, de 1934, y
perfeccionado en las novelas Elsueño eterno y El
largo adiós. Observador,
pesimista aunque idealista, bebedor y
contemplativo.
De
Poirot hay que añadir que es el único personaje
de ficción que tuvo obituario en el
New York Times, el 6 de agosto de 1975.
De Marlowe, que sus hazañas las
continuaron autores como Dashiel Hammett y
Osvaldo Soriano.
No era un fantasma quien surgió
en la niebla, aunque en ese
momento lo hubiera preferido.
He tenido más respeto por los vivos
que por los muertos”: Tornado
Detectives criollos son escasos. Dedicado a la novela negra desde hace dos años, el escritor antioqueño Emilio Alberto Restrepo presentó en la Fiesta del Libro de Medellín el volumen de relatos Un asunto miccional y otros casos de Joaquín Tornado, detective. Lejos del aspecto flemático de los europeos, este personaje resuelve delitos nuestros, de sicarios que se mueven en motocicletas, ladrones de arte, mujeres y hombres prostitutos, mafiosos, apostadores ilegales... Tornado no es filósofo sino pragmático. Y distinto a los clásicos del género —pulcros e insobornables— este no tiene tan dibujada la línea de la honradez, lo cual usa para lograr resultados. En “Un asunto miccional”, varios taxistas son asesinados uno a uno, por un expolicía que no tolera que orinen y fumen marihuana a la vista de señoras decentes. El hallazgo de indicios y pruebas suficientes, permite a Tornado acosar a los sospechosos, exagerando el valor de estos, para forzarlos a confesar algunas cosas o el resto del delito:
"Todas las líneas de acción y deducción cruzaban por ella. Era hora de presionar un poco, apretarle el cuello para ver si soltaba la lengua, pero sin ahorcarla ni espantarla”, dice el relato.
El
auge de la literatura negra ha vuelto. No solo
en nuestro medio sino en el mundo
entero. En Colombia, Medellín
Negro es un movimiento que se posiciona cada
día más. Con formas de
delinquir que se renuevan
constantemente, la materia prima para estos
relatos en Colombia y el mundo está
asegurada. Van cambiando las
características de delincuentes y detectives. Si
en la antigüedad eran válidos los
métodos mágicos y divinos, en la
modernidad primaba el racionalismo,
ahora, en la posmodernidad, cuando
“todo es válido”, tal vez se acuda a
intuiciones y corazonadas; los asesinatos
lleguen a ser, por qué no, virtuales, y en
vez de suceder en una esquina, en un
callejón sin salida de la ciudad de
cemento, tal vez lleguen a ocurrir en los
llamados no lugares.
PROLOGO
PRESENTACION
En la literatura policíaca clásica, y en una de sus variantes
más contemporáneas, la Novela Negra -novela de crímenes-, por definición ocurre un ilícito que da
origen al planteamiento del problema, el que relata el hilo conductor de la
historia (una muerte no esclarecida que se presume asesinato, un aparente
suicidio, un robo, una desaparición, etc). Alguien se tiene que encargar de la
investigación para tratar de resolver el enigma planteado a través del acopio
de una serie de pistas, de interrogatorios a los testigos o a los sospechosos, de estudiar los antecedentes o las posibles
motivaciones o de indagar sobre el escenario de los acontecimientos. Casi nunca
es grato ni es fácil y es una labor que recae en alguien que desde el principio
está tan poco enterado de los detalles como el lector que acomete el texto.
Es ahí donde aparece la figura del sabueso, casi siempre un
detective -oficial o privado, profesional o aficionado- que sigue el rastro
para dar con la resolución del asunto. La literatura y el cine son testigos de
la profusión de personajes que con más o menos acierto han liderado la lucha
contra el delito.
En el modelo clásico es muy clara la diferencia entre el bien
y el mal, la caracterización pulcra de personajes intachables e infalibles que
dotados de una mente privilegiada y de un olfato que a manera de un sexto
sentido o de un "tercer ojo" les permite llegar a una "verdad
total", que no acepta medias tintas ni cabos sueltos. En el modelo más
contemporáneo que surge con los pioneros del Noir, no son tan definidos los
límites y la escala de matices grises impide que las cosas se radicalicen a
blanco o negro sin permitir opciones intermedias. Es por esto que los
detectives que surgen luego de la primera mitad del siglo veinte son más
humanos, más "sucios", menos impecables y no tienen miedo en cruzar
líneas que para sus pioneros eran impensables.
Es en ese punto donde se enmarca la figura de Joaquín
Tornado, detective privado tercermundista que interactúa en una ciudad llena de
contrastes, acosado de inseguridades y vacilaciones, acorralado por la
corrupción y la maldad. Lejos de ser transparente e infalible, tropieza y se
cuestiona. Sabe que si le toca aliarse con el demonio para lograr un cometido,
debe hacerlo. Tiene claro que el enemigo es invisible y que acecha a la vuelta
de cada esquina y que no va a tener miramientos a la hora de lograr sus
propósitos, que sus derechos no valen un peso a la hora de ser invocados y que
si se descuida, su rival va a disparar primero. Es mas versado en alcantarillas
que en filosofía, conoce mas de recovecos y calles mal iluminadas que de bellas
artes y a la hora de tomar decisiones es más pragmático que sentimental. Su
asunto es la supervivencia, la investigación es su profesión y sabe que si lo
contratan, tiene que mostrar resultados al precio que sea.
Por todos esos aspectos le ha tocado hundirse hasta el
cuello, muchas veces a costa de poner en riesgo su pellejo, en situaciones que
el ciudadano de a pie desconoce o se niega a reconocer: prostitución de alta y
baja categoría, comercio sexual de adolescentes (tanto masculinos como
femeninos), red de pederastas, la industria de la pornografía (incluido el cine
snuff), el trafico de arte y las falsificaciones, la mafia de las apuestas
legales e ilegales, el lado oscuro de los deportes, los chanchullos y negocios
torcidos de las aseguradoras, crímenes por compasión y por supuesto el timo
nuestro de cada día. Ah, y no puede faltar el seguimiento a parejas infieles,
socios ventajosos o empleados desleales, las interceptaciones, las pesquisas,
en fin, todos los gajes del oficio.
Por eso Tornado llegó para quedarse. Ese es su plan. En este
primer volumen se recogen varios de sus casos cortos, a manera de abrebocas
para presentarlo en sociedad, muy a su pesar, pues es claro que prefiere pasar
desapercibido, camuflado entre las sombras de una ciudad que lleva pegada a la
piel y a sus sentidos. Pero el bajo mundo no descansa y Tornado lo sabe. Por
eso está ahí, expectante, esperando su próximo movimiento...
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